jueves, 12 de febrero de 2004

ÁGUEDA QUIERE A OTRO

Mañana, cuando se acomode tras la mesa de su despacho y caiga en la cuenta de que el sábado se celebra la onomástica de San Valentín, en la cabeza de Águeda no se asentará una barba grisácea, sino un bigotillo castaño recortado hasta la saciedad. Cuando llegue el momento de decidirse por un regalo, de su estilográfica manará una firma que cumplirá los deseos de su amado José Manuel. Sin reparar en gastos, que el amor es el amor y quien manda, manda. Para Adán, un beso volado, que ella es mujer de un solo hombre y es a un solo hombre a quien debe el mérito de su fulgurante carrera política. De bien nacidos es ser agradecidos, piensa. Y para ella, deportista, mujer de acción, pensar es hacer. Y viva Telde y sus parados, y Las Palmas y los suyos; y para el resto, feliz Navidad y próspero año nuevo.
Curiosa tesitura la suya: un conveniente matrimonio de conveniencia en segundas nupcias sin dejar de recibir, día sí, día también, las procaces llamadas del otro. Y pide; y pide; y pide, como el conejito de Duracell. Y ella contenta; y contenta; y contenta, porque nada peor que se olviden de una, que la vida es larga y da muchas vueltas, y hoy por ti y mañana te acuerdas de esto. Águeda es mucha Águeda, y si algún temerario auguraba que iba a ser poco más que un adorno majorero, que se vaya preparando, porque en pocas ocasiones a un consejero recién estrenado le ha resbalado hasta tal extremo el qué dirán y se ha preocupado tan poco por, cuando menos, guardar las apariencias.
Águeda ha entrado como una elefanta por una cacharrería, le ha extendido un cheque en blanco al chatarrero y le ha pedido que envíe los trastos a la calle Bravo Murillo 21 de Las Palmas de Gran Canaria. Y si hace ruido, mejor, que se entere el populacho, que es para mi José Manuel y mi José Manuel se lo merece todo. Y si alguien protesta, que proteste, que protestando se entiende la gente y mi madre tiene una lavadora blanca.
Majorera, del PP y española, muy española, Águeda, cuando quiere, es que quiere de verdad. Y viva Telde y sus parados; y Las Palmas y los suyos; y a los demás, que pasen buen Carnaval.

Santiago Díaz Bravo