viernes, 21 de diciembre de 2007
POLÍTICOS "BILARDISTAS"
jueves, 20 de diciembre de 2007
LO QUE USTED Y YO SABEMOS
Digan lo que digan quienes presumen de conocer los intríngulis de la economía, la llegada del euro ha supuesto una considerable desgracia para las haciendas familiares. De acuerdo en que las transacciones internacionales son ahora más sencillas, en que la actividad empresarial entre los países de la Unión Europea se ha intensificado, en que el viejo continente ha consolidado su papel en el escenario mundial, pero tales logros, con toda su importancia, no han evitado que paguemos ahora casi quinientas pesetas de las de antaño por un desayuno que hasta 2002 costaba poco más de doscientas, que una simple cerveza haya doblado su precio o que la visita al supermercado se convierta en un doloroso adiós a buena parte de nuestro sueldo, desde luego en mucho mayor medida de lo que lo era hasta la entrada en vigor del cambio monetario, inflación incluida. Transcurridos seis años desde la implantación de la divisa europea seguimos sin saber cuál ha sido la incidencia porcentual en el incremento de los precios, acaso porque los organismos oficiales de la Unión y de los países miembros se han echado las manos a la cabeza al comprobar unos efectos mucho más graves de lo esperado y han optado por el prudente silencio. Pero esa actitud de dejar pasar el tiempo, esa extrema confianza en que la población acabará por acostumbrarse, no acaba de cuajar, y no lo hace, sencillamente, porque la diferencia entre el aumento del coste de la vida y el incremento de los salarios es cada vez mayor. Para más inri, el euro se ha dejado notar sobremanera en los productos y bienes de consumo más habituales, por lo que su incidencia en el gasto familiar ha resultado demoledora. Si este sombrío panorama lo vinculamos con la situación en Canarias, donde los sueldos, pese a haber subido, se mantienen como los terceros más bajos de España, y si además tenemos en cuenta que las Islas se encuentran a la cabeza en horas efectivas trabajadas, descubrimos un paisaje cuando menos complicado, que poco tiene que ver con los continuos cantos de sirena de los responsables políticos acerca de la bonanza que, según afirman, caracteriza al Archipiélago desde hace años. El abismo entre la versión oficial y la realidad se explica por el aplastante predominio de la macroeconomía sobre la microeconomía a la hora de evaluar el estado real de un determinado territorio, y precisamente por ello la histórica experiencia del euro debe servir para dejar claro de una vez que las grandes magnitudes, pese a reflejar la salud económica de una sociedad, no resultan lo suficientemente concluyentes como para determinar la verdadera afección de esas cifras sobre las pequeñas empresas y los ciudadanos particulares. El euro, que si nos atenemos a la opinión de los expertos ha permitido que se le abran a Europa puertas hasta ahora infranqueables, se ha convertido a la vez en una pesada carga que ha provocado una considerable reducción de la capacidad adquisitiva y, consecuentemente, una pérdida de la calidad de vida. Y eso lo sabemos usted y yo aunque venga un sesudo economista y nos presente una docena de gráficos para tratar de convencernos de lo contrario.
Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias
miércoles, 19 de diciembre de 2007
LA REVOLUCIÓN DE LOS MAYORES
Santiago Díaz Bravo
martes, 18 de diciembre de 2007
LOS ESPAÑOLES OLVIDADOS (y II)
Santiago Díaz Bravo
lunes, 17 de diciembre de 2007
LOS ESPAÑOLES OLVIDADOS (I)
Santiago Díaz Bravo
sábado, 15 de diciembre de 2007
EL TIEMPO ES ASÍ
REYES Y SANTOS
Santiago Díaz Bravo
martes, 11 de diciembre de 2007
ÁFRICA NOS DICE ADIÓS
Que la cumbre euroafricana celebrada el pasado fin de semana en Portugal haya sido un éxito no depende de lo que diga el primer ministro del país anfitrión, José Sócrates, quien ha calificado de “hecho histórico” una reunión donde los logros cabe calificarlos de exiguos y hasta de ridículos, sino de lo que ocurra en los próximos meses tomando como referencia el sin duda positivo acercamiento entre los líderes políticos de ambos continentes. La Unión Europea, que ha evidenciado una vez más su flagrante desunión, esa preocupante incapacidad para funcionar como un todo que se agrava con cada nueva suma de socios, al menos parece haberse convencido de que cualquier posibilidad de desarrollo de los vecinos del sur pasa por la potenciación de las economías nacionales a través del libre mercado. Pero ese convencimiento, del que afortunadamente participan los dirigentes de las principales naciones africanas, ha resultado imposible plasmarlo en acuerdos concretos, en convenios comerciales que sean capaces de materializar lo que de momento, debido a la inquietante rigidez de los planteamientos europeos, no ha pasado de ser una simple declaración de intenciones. La máquina burocrática de la Unión, tan indecisa y tan exasperantemente lenta como de costumbre, se ha limitado a propiciar la pintoresca fotografía de una esperanzadora reunión entre los antiguos colonizadores y los antaño colonizados, una suerte de reconciliación histórica que corre el riesgo de quedarse una mera imagen para el álbum de recuerdos. Mientras Barroso, Sócrates, Zarkozy, Merkel, Zapatero y compañía, con la significativa ausencia del británico Gordon Brown, posan sonrientes junto a Mbeki, Mugabe o Wade, un ejército de cargos de segunda y tercera fila de los Estados Unidos y, sobre todo, de China, aquellos que ejecutan las decisiones políticas, se esmera en cerrar acuerdos mercantiles de todo tipo con sus homólogos africanos. El propio Abdulaye Wade, presidente de Senegal, subrayaba el domingo sin tapujos diplomáticos que Europa ha perdido ante China la batalla por África. Fue enormemente magnánimo el bueno de Wade, porque lo cierto es que la Unión Europea ni siquiera se ha dignado aún a entrar en la batalla. Las antiguas metrópolis se han limitado a presenciar mitad asombradas, mitad impotentes, como chinos y estadounidenses se hacen fuertes en un territorio que los europeos de alguna manera continúan considerando propio, sin entender que los tiempos cambian, el mundo se globaliza y los beneficios son para quienes los buscan, negocian y suscriben. Europa ha tenido ante sí la posibilidad de ayudar a África y de ayudarse a sí misma desde la caída del bloque del Este y la consiguiente finalización de los conflictos bélicos vinculados a la Guerra Fría. Sin embargo, los sucesivos líderes de las potencias del vetusto continente no han sido lo suficientemente diligentes para advertir que buena parte del futuro económico de Europa pasa por el desarrollo de África. Si un urgente cambio de actitud no lo remedia, puede que este arroz ya se haya pasado y nos esperen décadas de lamentos por lo que pudo haber sido pero nunca fue.
Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias
lunes, 10 de diciembre de 2007
LA NAVIDAD ES UNA EXCUSA
domingo, 9 de diciembre de 2007
EL NUEVO ANALFABETISMO
Santiago Díaz Bravo
martes, 4 de diciembre de 2007
DEMÓCRATA A SU PESAR
A estas alturas resulta difícil discernir si el resultado del referéndum sobre la reforma constitucional de Venezuela es positivo o negativo para los intereses de los venezolanos, porque aunque la población se ha decantado mayoritariamente por limitar el creciente poder del presidente Hugo Chávez, los libros de historia ofrecen ejemplos de todo tipo acerca de la reacción de los sátrapas que de la noche a la mañana se convierten en perdedores. No cabe albergar duda alguna con respecto a la legitimidad del actual mandato de Chávez, un dirigente que ha contado en los últimos años con el apoyo mayoritario de las urnas, pero la dura ofensa sufrida por su henchido ego acaso provoque que a partir de ahora presencie con recelo los procesos democráticos y empiece a pergeñar fórmulas que garanticen el triunfo de la revolución socialista que con tanto ímpetu anuncia desde hace tiempo. Hugo_Chávez, jamás lo olvidemos, es un golpista que en 1992 intentó convertirse en presidente de la República a través de las armas, y aunque purgó aquella intentona con varios años de arresto, donde hubo, siempre queda, como bien reza el dicho popular. Ese oscuro y vergonzoso pasado, junto a una actitud prepotente hacia la hasta ahora inoperante oposición interna, el acercamiento al régimen de Fidel Castro y la entente con los gobiernos de otros países dictatoriales, nos hace temer con cierto fundamento que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela haya podido ser demócrata mientras el viento ha soplado a su favor, pero ahora, cuando se ha dado cuenta de que la democracia, lo mismo que pone, quita, de que el cambio forma parte consustancial del sistema, tal vez se lo piense dos veces, y hasta tres o cuatro, antes de volver a someterse al capricho del populacho. Con todo, no se debe obviar que el elevado índice de abstención pudo influir de forma significativa en la consulta del domingo, y que con una mayor participación las cosas podían haber pintado de otro color para Hugo Chávez, pero esa escasa concurrencia de votantes también refleja una cierta pérdida de influencia por parte del actual gobierno, que hasta ahora había logrado movilizar en su apoyo a una amplia mayoría. Las presiones de una comunidad internacional enfrentada al estadista bolivariano para que la oposición se una y plante cara de forma creíble y contundente, la creciente percepción social de que las cosas no acaban de cambiar y la incipiente soledad de la administración chavista, de la que abominan los principales dirigentes del planeta, han llevado al presidente venezolano a sus momentos más bajos. Su vehemente labia, tan dada a la amenaza irreflexiva, sobre todo hacia España y las empresas españolas tras el ya célebre acaloramiento del Rey Juan Carlos, hace que día tras día su discurso pierda credibilidad tanto dentro como fuera de Venezuela y que su imagen sufra un sensible deterioro. Hugo Chávez tal vez se haya dado cuenta de que a la larga la población empieza a pensar por sí misma, de que se puede engañar a unos pocos durante mucho tiempo, a muchos poco tiempo, pero jamás a todos durante todo el tiempo. La democracia es lo que tiene.
Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias