miércoles, 31 de enero de 2007

EL ADIÓS DE ADÁN MARTÍN Crónica parlamentaria (31 de enero de 2007)

Crónica de un adiós sin remedio

La retirada de Adán Martín se viene fraguando desde hace meses. Una reunión entre el presidente y Paulino Rivero el pasado día 22 aceleró el desenlace.


S. DÍAZ BRAVO, S/C de Tfe.
Adán Martín tomó el pasado domingo una doble decisión: no optar a repetir como candidato de Coalición Canaria (CC) a la Presidencia del Gobierno y comunicarlo públicamente al término del que sería su último Debate sobre el Estado de la Nacionalidad. En compañía de su mujer, la viceconsejera Pilar Parejo, y tras recabar la opinión de sus dos principales colaboradores, Daniel Cerdán, viceconsejero de Comunicación y amigo personal desde su etapa al frente del Cabildo, y Miguel Becerra, otro de los hombres de confianza de su gabinete, con quien trabaja codo a codo desde hace años, se aventuró a poner el punto y final a 28 años de carrera política.
Tal fue el sigilo con el que el presidente mantuvo la decisión de retirarse, según fuentes de Presidencia para evitar que el anuncio ensombreciera el Debate, que buena parte de los diputados de CC se enteraron de la noticia una vez iniciada la sesión plenaria de ayer, y si no hubiera sido por los rumores que surgieron en los pasillos del Parlamento, en parte debido al líder del PP, José Manuel Soria, que lo sabía desde primera hora sin que nadie se explicase cómo, el secreto podría haberse prolongado hasta la intervención final.
El previo conocimiento de lo que iba a suceder unas horas más tarde llevó a que tanto Soria como el líder del PSC, Juan Carlos Alemán, templaran unos discursos que se adivinaban enormemente agresivos, en los que pretendían ensañarse en el hecho de que el presidente del Gobierno se presentase sin contar con el respaldo de CC para continuar como cabeza de lista. El propio Soria no se cansó de alimentar los rumores desde el atril, insinuando a cada poco que veía al presidente más desanimado que el día anterior por algo que habría ocurrido horas antes.
Las principales figuras de CC en Tenerife conocieron la decisión de Martín el lunes, y el resto de sus colaboradores ese mismo día por la noche, tras pronunciar el discurso sobre el Estado de la Nacionalidad. Sabedores de que el presidente iba a comunicarla al término de la sesión plenaria de ayer, y acosados por los correveidiles que inundaban los pasillos, el nerviosismo en su equipo se hacía evidente. Poco antes de que subiera al estrado para anunciar su marcha, algunos miembros del gabinete presidencial confirmaron lo que era "vox populi". Cuando a las 14:10, tímidamente, sin alardes sonoros, Martín pronunció la frase "yo no lo presidiré", en referencia al próximo gobierno, diputados y periodistas estaban sobreaviso.
Pero la decisión de Martín se venía fraguando desde hacía meses, cuando comprobó que carecía de los apoyos necesarios para repetir. Tanto la dirección de CC en Gran Canaria, controlada por José Carlos Mauricio, como las de Lanzarote y Fuerteventura le daban la espalda al tiempo que emergía la figura del presidente del partido y portavoz en las Cortes, Paulino Rivero, un candidato capaz de concitar el consenso dentro de una organización sumamente compleja.
Fue precisamente una reunión entre Adán Martín y Paulino Rivero, en la que estuvieron presentes varios colaboradores del presidente, la que marcó el punto de inflexión. Nadie pone en duda que ese encuentro resultó crucial para el desenlace de un dilema que envolvía a los nacionalistas desde hacía demasiado tiempo.
El encuentro entre los dos pesos pesados de CC, que se celebró el pasado lunes 22, permitió que hablaran largo y tendido de la situación del partido y de las diferentes opciones de cara a las elecciones del 27 de mayo. Coincidieron en la necesidad de un candidato que recabara los suficientes apoyos en la formación política y que se presentara a los comicios con garantías de éxito.
Ese fue el último día que Martín y Rivero se vieron. Posteriormente mantuvieron diferentes conversaciones telefónicas que acabaron por convencer al presidente de que la mejor opción era marcharse. Fuentes del partido aseguran que en estos momentos la relación entre ambos, si bien dista de ser extremadamente amistosa, puede calificarse como "buena", y desmienten que se haya producido encontronazo alguno, contrariamente a lo que subrayan otros miembros de la organización. Aseguran, asimismo, que si se confirma que el candidato de CC es Rivero, contará con el total apoyo del jefe del Ejecutivo autonómico.
Pero las conversaciones telefónicas con el alcalde de El Sauzal y otros destacados nacionalistas tinerfeños no fueron los únicos argumentos de los que se valió Martín para tomar tan trascendente determinación. Responsables del partido aseguran que en las últimas semanas el jefe del Ejecutivo ha tanteado a distintas organizaciones insulares de CC para hacerse una idea clara de sus posibilidades y confirmar que carecía de los apoyos necesarios.
El entorno de Adán Martín, que no se cansa de reiterar que se trata de una decisión personal tomada tras una profunda reflexión, da por hecho que el adiós anunciado ayer supone la retirada definitiva de la actividad política. Descartan que acepte algún cargo de menor calado político, como el de senador, posibilidad que circula por los mentideros políticos.
El presidente, que ha comentado a sus allegados que aún está en una edad en la que tiene la opción de hacer muchas cosas y disfrutar de su familia, almorzó al mediodía de ayer junto a su mujer y los principales miembros de su equipo en un restaurante de las inmediaciones del Parlamento antes de regresar a la cámara para la votación de las propuestas de resolución y viajar a Madrid, donde hoy tiene previsto visitar el pabellón de las Islas en la Feria Internacional de Turismo, su última visita como presidente de Canarias.

martes, 30 de enero de 2007

¡A HUEVO! Crónica parlamentaria (30 de enero de 2007)

¡A huevo!

Un presidente del Gobierno cuyo partido mantiene serias dudas sobre su continuidad es la excusa perfecta para que PP y PSC se alíen en un rodillo con ansias de sangre política.


S. DÍAZ BRAVO, S/C de Tfe.
Esa pequeña manía que tiene Coalición Canaria de dejar para última hora la elección del candidato a la Presidencia del Gobierno le va a jugar hoy una mala pasada al actual inquilino del Palacio de Vistabella, Adán Martín, que se presentó ayer en el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad con la duda de si va a tener que ver por televisión el próximo rifirrafe parlamentario.
Tras leer un autocomplaciente discurso en el que si de algo se preocupó Martín fue de subrayar que nada más alejado de su intención que tender a la autocomplacencia, sus fieros adversarios en la Cámara, sabedores ambos de cuál va a ser su ocupación inmediata, el candidato popular a presidente José Manuel Soria y el no candidato socialista a dicho cargo Juan Carlos Alemán, se jactaron ante la prensa de pertenecer a formaciones políticas que a estas alturas ya lo tienen todo claro, incluso la respuesta que darán esta misma mañana al soliloquio presidencial, en la que por todos los medios intentarán hacer leña de un contrincante sobre el que existen serios indicios de que puede estar a punto de caer.
Una sede parlamentaria carente del ambiente de las grandes citas, probablemente porque a estas alturas todo el mundo sabe que el día grande es el de hoy, acogió un discurso que, lejos de apartarse del previsible guión, se convirtió en un canto a las excelencias de una "extraordinaria" gestión desarrollada a lo largo de los últimos cuatro años que, según se permitió recordar el presidente, se ha topado con una serie de imprevistos que, a pesar de los pesares, se han lidiado con más éxito que otra cosa, tal es el caso, incluso, del atentado del 11-M en Madrid, origen de las desavenencias dentro de un Ejecutivo que acabó en minoría.
Tanto Alemán como Soria permanecieron en sus escaños durante los ochenta minutos que duró la intervención de Adán Martín, pero sólo a ratos atentos a lo que decía. Escribían en una libreta, miraban a uno y otro lado, cambiaban impresiones con sus compañeros de grupo, contemplaban las idas y venidas de un Miguel Zerolo que sigue sin hablarse con su vendedor de corbatas o saludaban con el gesto, a través de las cristaleras, a los periodistas que poblaban los pasillos. Tan atentos estaban los informadores al discurso que su máxima preocupación estribaba en la hora a la que iba a producirse un encuentro entre plumillas de diferentes islas para adentrarse en la calle de La Noria.
El propio Alemán lo reconocía abiertamente sólo unos minutos después de que Adán Martín pronunciase el "muchas gracias": el discurso que va a leer hoy ya estaba redactado y apenas iba a tener que revisarlo anoche. Y Soria, quien con su habitual ceceo señaló que el análisis presidencial sobre el estado "de la región" había logrado que confundiera a Canarias con Dinamarca, así de espectaculares habían sido las cifras, también dio pistas claras de que lo escrito, escrito estaba.
Ante tal panorama buena parte del interés se centraba en la tribuna de invitados, donde, cómo no, a los pocos minutos de comenzar el discurso hacía acto de aparición todo un clásico en el arte de escuchar al presidente para luego despellejarlo ante las grabadoras: Román Rodríguez, quien ha estado presente, aunque en diferente emplazamiento, en los últimos ocho discursos sobre el estado del Archipiélago. Visto lo visto, el día de ayer lo debe tener subrayado en su agenda con la misma intensidad que la conmemoración del aniversario de boda.
El veterano nacionalista Victoriano Ríos; el diputado nacional del PP Pablo Matos; la también nacionalista Ana Oramas, que oteaba el "pelopincho" de su rival en las próximas municipales laguneras, el mismísimo Juan Carlos Alemán; y el líder del CCN, Ignacio González, acompañaban en la tribunal al último jefe que ha conocido el inquilino de Vistabella.
Pero nadie ignoraba que la jornada de ayer servía de mera antesala al verdadero debate, el que mantendrá hoy el presidente del Gobierno con los líderes del PP y del PSC, y en el que Adán Martín, por vez primera en su larga carrera política, deberá enfrentarse a la dura soledad que padece quien no se siente del todo querido.