domingo, 23 de julio de 2006

MENTIRAS


LA MENTIRA FORMA PARTE de nuestras vidas igual que el aire y la sangre, que la risa y el llanto. Proponga en cualquier foro que abandonen el anonimato los espíritus que jamás hayan faltado a la verdad y comprobará cuán feo es mentir cuando sobre la mentira se miente. La mentira es arte porque la literatura es mentira, y mentira es también la pintura, y qué decir de la música embustera que engaña nuestros oídos. Mentira es el perfume con el que nos envolvemos para ocultar las pestilentes secreciones y adueñarnos del olfato ajeno, y mentira es besar mientras se mira hacia otro lado. Por amor se miente y por odio se miente, porque la mentira es a un tiempo bella y monstruosa, necesaria a veces, cruel llegado el caso, enfermiza cuando la hacemos nuestra a sabiendas de su divorcio de la realidad. La mentira es un estadio habitual del ser humano cuando el ser humano actúa dentro de unos cauces convencionales, y ni siquiera resulta cierto el dicho que reza que sólo niños y borrachos dicen la verdad, porque pinochos los hay infantes y mayores, sobrios y ebrios. Y precisamente por ello, porque la mentira es la vida, resultaría tan injusto como incorrecto criticar al consejero autonómico de Medio Ambiente, Domingo Berriel, por dar crédito a un informe plagado de mentiras que ha elaborado un embustero Observatorio de la Sostenibilidad. El bueno del consejero, humano, y por humano y bueno mentiroso, miente cuando dice que Canarias se ha convertido en una referencia del crecimiento urbanístico sostenible, porque estas Islas hace tiempo que disfrazan su modelo urbanístico con una gran mentira. Y si no se lo creen, allá ustedes.


Santiago Díaz Bravo
El Día