martes, 18 de abril de 2006

LAS MARBELLAS DE NUESTRA VIDA


MARBELLA ES VARIAS cosas al mismo tiempo. Es, en primer lugar, la materialización de una sospecha, la de que detrás de tanto cemento se escondían ceros a tutiplén ganados de forma ajena a la ley y las buenas maneras. Marbella es al mismo tiempo una evidencia, la de la impericia de los servicios policiales y judiciales, que han actuado tarde a pesar de que las prácticas ilícitas de determinados personajes públicos eran un clamor desde hacía años, máxime teniendo en cuenta la estrafalaria ostentación que les envolvía, rayana en lo caricaturesco y que pedía a gritos una investigación contundente. La localidad marbellí es también el reflejo de las miserias de la democracia, que con todas sus virtudes se muestra incapaz de evitar la equivocación de la mayoría y el consiguiente alzamiento de indeseables a los cargos de responsabilidad pública. Es, además, el perfecto ejemplo de la desidia política llevada al grado sumo, tanto por las autoridades estatales como por las andaluzas, campeonas durante lustros en el arte de mirar hacia otro lado y si te he visto no me acuerdo. Marbella es también la irrefutable prueba de que el dinero por sí solo es incapaz de moldear la virtud del buen gusto, y que aunque el tópico dice que sobre éste no hay nada escrito, haberlo haylo, cuando menos el malo. Pero con todo, si algo caracteriza a esta localidad malagueña es haberse convertido en un fantasma que sobrevuela nuestras vidas y nos deja un reguero de dudas y preguntas, porque lo realmente preocupante no es lo ocurrido en Marbella, sino la posibilidad de que sus maneras se hayan extendido a otras latitudes, o simplemente que hayan coincidido en el tiempo con otras similares que tengan por escenario cualquier ayuntamiento de cualquier otro municipio. Nada será lo mismo después de lo acaecido en esos 26 kilómetros de costa mediterránea, a simple vista tan abandonados a la suerte urbanizadora como otros tantos miles de kilómetros del litoral peninsular e insular, una evidencia que nos produce escalofríos y nos lleva a cuestionarnos si Marbella es la excepción o la regla.


Santiago Díaz Bravo
El Día

jueves, 13 de abril de 2006

CANARIAS NO ES JAUJA. ¿O SÍ?



EL IMPERIO del "dumping", las economías de escala y la tecnología a precio de ganga permiten que la mayoría de las familias canarias disfruten en sus hipotecados hogares, tarjeta de crédito de por medio, de todas las comodidades alimenticias, textiles y electrónicas, de al menos un vehículo y de la satisfacción de viajar allende las islas de año en año. A la vista está que las diferencias entre ricos y pobres se han reducido hasta ceñirse al ámbito de las marcas, las nuevas enseñas de la sociedad occidental, pero de igual forma resulta evidente el afloramiento de una nueva e incipiente distinción social sustentada en el paradigma de lo mucho que le cuesta a muchos ganar el dinero y lo poco que le cuesta a unos pocos ganar ese mismo dinero y varios montones más. Con el primer caso probablemente se identifique usted, abnegado lector, siempre que no figure entre sus ocupaciones la gestión de una empresa pública canaria, y tendrá el honor de compartir esa pena con el mismísimo presidente Adán Martín, a quien superan en sueldo nada menos que ocho de sus subordinados. Por el contrario, se encontrará en el segundo de los supuestos si es el propietario de las posaderas que cada mañana se acomodan en el sillón de uno de los ocho gerentes de sociedades públicas, la mayoría deficitarias, que cobran más de cien mil euros anuales, porque aunque usted trabaje como un condenado y el director de su sucursal dé saltos de alegría cada vez que le ingresan la nómina, tenga en cuenta que tal vez alguien, quizás cientos o miles de personas, en la intimidad puede que hasta usted mismo, opine que Canarias no es Jauja, y que por lo tanto usted trabaja para el Gobierno de Canarias en lugar de para el de Jauja, y que con algo menos de dinero llegaría casi igual a fin de mes. Y si usted cree que se merece esto y mucho más, ahí afuera hay un universo de empresas privadas que con probabilidad reconocerán su valía y estarán dispuestas a colaborar en el pago de la cuota de su Audi. Lo cierto es que usted, como empleado público, nos sale demasiado caro.

Santiago Díaz Bravo
El Día

domingo, 2 de abril de 2006

Entrevista a Adán Martín (2 de abril de 2006)

"Los partidos no deben pagar por casos de corrupción personales"







S. DÍAZ BRAVO, S/C de Tfe.




El Parlamento de Canarias acogía esta semana una nueva edición del Debate sobre el estado de la nacionalidad, la cita parlamentaria más importante del año y el termómetro idóneo para tomarle la temperatura a la política autonómica. Las réplicas al discurso del presidente del Gobierno, Adán Martín, reflejaron con nitidez los cambios que se han producido en los últimos meses, con un PSC-PSOE conciliador a la vez que crítico y un PP que ha asumido el papel de principal azote de su anterior socio. Lo visto y oído durante tres días en la Cámara legislativa se convierte en una magnífica excusa para analizar con el propio presidente tanto la situación política actual como el futuro más inmediato.
-¿Cree que el debate ha servido para hablar de los intereses de los canarios? Tal vez haya quedado la sensación de que hemos asistido a un mero enfrentamiento dialéctico entre partidos.
-Desde mi primera hasta mi última intervención hablé de los intereses de Canarias. Di un repaso a lo que preocupa a los ciudadanos, a lo que hemos hecho y lo que tenemos previsto en este próximo año. Además, abordé los grandes problemas políticos del archipiélago, como la inmigración, la preocupación de ciudadanos por la corrupción y los crecimientos poblacionales. Otros, como el señor Soria, se situaron claramente en una labor de oposición por oposición mas que en la de intentar convencer con argumentos.
-Al igual que en otras ocasiones, se le ha criticado por utilizar el fenómeno del crecimiento de la población como comodín para justificar cualquier dato negativo.
-Se trata de uno de los problemas importantes de Canarias. Desde 1991 hasta hoy hemos crecido en medio millón de personas, y si esa tendencia la lleváramos a 50 años, Canarias llegaría a 5 millones de habitantes, una cifra que todos estamos convencidos de que no podemos alcanzar. Como en casi todas las cosas, en CC detectamos este problema mucho antes. En el año 99, cuando fui vicepresidente, planteé que estábamos creciendo demasiado en población, y me dijeron que era poco menos que una tontería. Hoy se ha convertido en una preocupación de todos los ciudadanos. De la población dependen todas las políticas, porque es muy diferente planificar con un ritmo de crecimiento del 1 por ciento, con el que en diez años tendríamos 200.000 personas más, que si lo hacemos con otro del 3 por ciento, con el que en 10 años contabilizaríamos 600.000 personas más. Eso tiene que preocupar al presidente del Gobierno y al Parlamento, y tiene que ser una base de discusión importante, no sólo frases bien hechas y titulares.
-¿No tiene la impresión de que en ocasiones una amplia zanja separa a la clase política de los ciudadanos?
-A mi todos los días me dicen lo contrario, que me meto en harina, que cuando llega el debate me pongo a explicar los datos en lugar de las grandes líneas. Yo no soy un hombre de grandes discursos y no preparo nunca las réplicas. Quizás sea un defecto el hecho de que no replique de forma contundente, sino que intente explicar las cosas y por qué se hacen. Mi tendencia es a estar pegado a los problemas, a los pequeños, aunque también planteo los grandes. El ciudadano tiene que entender por qué hacemos las cosas, pero el tiempo es limitado.
-Sin embargo, a la vez que usted mostraba en el hemiciclo unos excelentes resultados en materia sanitaria, EL DÍA publicaba una impactante foto con un pasillo de Urgencias totalmente colapsado.
-¿Qué le dije yo en mi discurso al ciudadano? Que tenemos en obras todos los hospitales. Esa foto era de La Candelaria, pero también están las obras del centro sanitario del norte, y el del sur, y el que estamos construyendo en La Gomera, y en Lanzarote, y en Fuerteventura, luego, le estamos dando respuesta a ese problema. Existen picos, que es lo que pasó el otro día. Sabemos que hubo algún brote que llevó más gente a las urgencias, pero lo que me preocupa es que los ciudadanos al final hayan salido de allí con su problema resulto, y eso le aseguro que lo veo. Cuando visito los hospitales, cuando voy a hacerme una revisión debido a mi enfermedad, suelo dar una vuelta por ellos. Soy consciente del problema de las urgencias porque no vivo encerrado aquí, en la Presidencia. En mi intervención, en vez de hablar de los grandes temas políticos, hablé de la Sanidad, porque al presidente le preocupa la Sanidad. Y soy consciente de que en un momento determinado hay camillas en los pasillos, pero también ocurre en las urgencias de Madrid, de Barcelona, de Londres, de Alemania y de los Estados Unidos.
-Después de este Debate, ¿puede quedar alguien que crea que no existe un pacto entre CC y PSOE?
-Del Gobierno canario se exige una doble posición: por un lado firmeza y defensa de los intereses de las Islas; por otro entendimiento, diálogo y explicación de los problemas canarios, antes en Madrid y ahora en Madrid y en Bruselas. El Gobierno tiene que poder buscar el entendimiento con quien gobierna en Madrid, independiente de partidos políticos, y eso no se puede hacer si no se establece un diálogo, lo que no significa debilidad. Por eso rompí el pacto con el PP y cambié el Gobierno. A partir de entonces hemos establecido mejores relaciones con el Ejecutivo estatal, y a las pruebas me remito: convenios de carreteras, de costas, de obras hidráulicas, avances en asuntos como la inmigración clandestina... El PP sólo quería el enfrentamiento por el enfrentamiento, y yo tengo que poner los intereses de Canarias por encima de los intereses de los partidos.
-Pero, ¿habrá pacto con el PSOE después de las elecciones?
-Creo que quedó muy claro en el Debate cuáles son los compromisos de cada uno de las partes, hasta dónde llegan los apoyos del PSOE, que como partido tiene la aspiración de gobernar, y hasta dónde, como presidente del Gobierno, recibo esos apoyos. De esa relación aspiro a que nazca confianza, y después habrá unas elecciones donde cada partido defenderá lo que crea oportuno. En estos momentos hay un buen entendimiento con el PSOE, y a partir de ahí serán los partidos, las urnas, los que marcarán las pautas de futuro.
-Cuando destituyó a los consejeros del PP, ¿sabía el PSOE que iba a tomar esa decisión?
-Esa decisión, quien primero la conoció, fue el PP. Yo tenía una responsabilidad: gobernar, y el apoyo para los proyectos importantes de Canarias lo había mostrado el PSOE bastante antes, cuando gobernaba el PP. Además, en ese sentido tenía un compromiso público con el propio presidente Zapatero. Nosotros rompimos sin ninguna atadura. Yo debía elegir entre los intereses de Canarias y que para mí fuera más o menos cómodo gobernar, y sabía lo que había dicho el presidente Zapatero en reuniones personales y en el propio Congreso sobre que avanzarían determinadas cuestiones de las Islas. Fueron compromisos públicos, y en base a eso me decidí a gobernar en minoría. Fue una ruptura limpia.
-¿Habla a menudo con Juan Carlos Alemán?
-Sí, por teléfono y en alguna reunión que hemos mantenido, casi todas conocidas y anunciadas, cuando tengo que comunicarle temas importantes o incluso pedirle apoyo y oír sus opiniones.
-¿Lo ve usted de vicepresidente?
-¿Vamos a ocuparnos ahora de las elecciones?
-Es una pregunta obligada, dada sus buenas relaciones.
-Lo entiendo, pero en este momento de lo que tenemos que preocuparnos es de esta legislatura, de que dé resultados a los canarios. Cada partido tienen su responsabilidad. Alemán representa al PSOE, que gobierna en España, y yo presido el Gobierno de Canarias. El entete es bueno, y después habrá elecciones, pero antes los partidos tienen que ver quiénes son los candidatos, y luego los pactos. Todos aspiran a gobernar con mayoría absoluta, pero todos sabemos también que en Canarias es muy difícil, y después tendremos que lograr un Gobierno estable que haga que el Archipiélago siga avanzando.
-Aunque para usted seguramente el vicepresidente ideal sea Manuel Lobo.
-De las candidaturas no hemos ni empezado a hablar. Los partidos tendrán que decidirlas, y CC, que tiene muchas personas preparadas, también tendrá que hacerlo. Yo siempre he estado a disposición del partido. Ni he dado codazos, ni me quito, ni me pongo, ni me retiro, ni nunca me propondré para nada. Estoy a disposición del partido. Lo he estado siempre.
-Los logros de los que habló en el Debate, ¿no teme que puedan quedar ensombrecidos por los casos de corrupción que se están conociendo?
-A mí lo más que me preocupa es que el Gobierno gobierne. Es fundamental que cuando uno gobierne tenga claro los intereses que tiene que defender, y en esa visión a corto, medio y largo plazo debe uno actuar. Determinadas cuestiones que en este momento tocan muy de lado, o prácticamente no tocan, a la Comunidad autónoma, pero que preocupan a la sociedad, preocupan también por eso al presidente del Gobierno, como son algunos síntomas de corrupción en algunas personas, pero no paralizan la labor de gobierno. La orden que tienen desde el primer día los cargos públicos es que si alguien comete un delito lo tiene que pagar, y para eso está la Justicia. Nosotros no podemos investigar delitos, sólo los pueden investigar la Justicia y los policías, y nosotros no tenemos policías. El día que tengamos policía igual podremos hacer algo. Cualquier delito del que el Gobierno haya tenido conocimiento lo ha puesto en manos de la Justicia y de la policía. En el caso de Telde nosotros no tenemos nada que ver, y en el "caso eólico" no hay ningún dolo para la administración pública porque el concurso no se ha producido. Lo paralizamos y lo anulamos y vamos a hacer un nuevo concurso, y es la Justicia la que tiene que resolver esos problemas. Por lo tanto ahí no existe una preocupación, y si hemos tenido en algún caso alguna duda sobre un tema concreto, como ha pasado en Vivienda, hemos presentado una denuncia, porque quien ha presentado la denuncia es el Gobierno. Esa es nuestra línea de actuación y la ha sido siempre.
-¿No le preocupa la imagen que pueda tener en estos momentos la clase política ante la opinión pública?
-Esa preocupación la tengo, pero no sobre el Gobierno canario, sino sobre las administraciones públicas canarias, porque en este caso hay más problemas en ayuntamientos que en el Gobierno. Es un tema general, y ahí le hablo no como presidente del Gobierno canario, sino como presidente de la Comunidad canaria. Claro que me preocupa, y por eso creo que es bueno que tengamos una policía, para trabajar conjuntamente y luchar contra el crimen organizado, el tráfico de drogas y los delitos que puedan cometerse en la administración; por eso planteamos un código ético y he propuesto que se abra un periodo de consultas con partidos y personas con amplia experiencia para buscar cómo mejorar el sistema y lograr que los ciudadanos recuperen la confianza en sus administraciones. Hay que pensar que hay 87 ayuntamientos, siete cabildos, el Gobierno de Canarias y la propia administración del Estado. Todos tenemos que intentar mejorar el sistema de trabajo y la transparencia.
-Su antiguo socio, José Manuel Soria, llegó al Debate con el peso de los casos de corrupción protagonizados por miembros de su partido. Sin embargo, salió casi indemne. Apenas se le hizo sangre.
-Jamás voy a por alguien. El PP ha pasado momentos muy difíciles en Canarias, pero soy de los que creen que esos casos no deben achacarse al propio PP, por lo que no voy a hacer responsable al señor Soria, ya que son las personas las que cometen los delitos. Sí creo que ha cometido errores políticos, pero nunca voy a hacer leña de quienes están pasando dificultades. Es una forma de entender la vida. Él, sin embargo, no es así, porque en el Debate dijo cosas a las que podía haberle respondido con muchísima dureza.
-Se refiere a la alusión a su etapa en Economía
-Habló de un informe de la Audiencia de Cuentas que no recoge ninguna falta que sea delito, porque de otra forma existía la obligación de ponerlo automáticamente en manos del fiscal, y no se ha hecho. Se está comparando con el caso de unas personas que sí están imputadas y que en estos momentos están en la cárcel. Son dos cosas que los ciudadanos tienen clarísimo que no tienen nada que ver. Pero es que hay formas de ser, y no voy a perder el tiempo permaneciendo continuamente en la réplica de posiciones de partido que, como en este caso, inició Soria diciendo que cuando es gobierno es gobierno y defiende todo lo que es gobierno, y cuando es oposición es oposición y todo está mal.
-¿No teme que, al igual que le ha ocurrido al PP, CC se despierte algún día con un caso de corrupción en un ayuntamiento? En La Frontera ya se investiga al ex alcalde, un miembro de su partido.
-Puede pasar, pero yo nunca, ni en los peores momentos del PSOE, y estaba en el Congreso, hice una crítica hacia ese partido. Cuando ha tenido problemas el PP he pensado lo mismo, y si alguna persona en CC hubiera metido la pata tendría que pagarlo a título personal, porque creo que es un problema de las personas y los partidos no tienen por qué asumirlo. En ocasiones hay personas determinadas que por las causas que sean, por problemas a veces personales, han podido cometer un error. Otra cosa es un delito flagrante, y quien lo hace lo tiene que pagar, sin lugar a dudas. Si hay una manzana podrida, hay que retirarla.