miércoles, 22 de enero de 2003

TONY, NO TE QUIERO

ACABO DE CERRAR la maleta y de comprobar que mi pasaporte está en regla. Les ruego encarecidamente que estas líneas no vean la luz hasta pasadas unas horas, cuando un avión me haya dejado fuera del alcance de la turba. Esto me pasa por ser sincero, lo reconozco, qué le voy a hacer, si ya de pequeño perdí un amigo por advertir el hirsutismo labial de su María. Si era verdad, si aquella chica tenía bigote. Me pregunto qué tiene eso de malo, porque de acuerdo en que Aznar luce uno, pero Groucho también y tanta gracia que nos hacía. Que de verdad lo siento, que me perdonen, y si alguna vez se topan conmigo allende los mares, más cerca o menos, porque ni de lejos les voy a comunicar mi paradero, feliz me harían privándome de exabruptos y escupitajos. Si fueran tan condescendientes, tan amables de limitarse a vengar mi traición apartándome la mirada. Vergüenza siento, de verdad, con la mano en el corazón, y sólo espero que mi exilio pague la deuda que contraigo con ustedes. Lo confieso: no me gusta Tony Santos, detesto su forma de cantar porque, influenciable que soy, pobre de mí, me quedo con Antonio Vega, Auserón, Lennon, Cohen, Bowie y Joey Ramone. Por igual detesto las maneras musicales del resto de los concursantes porque yo, de karaoke, lo justito después de unas cervezas de más y por la mañana trágame tierra. Y si alguien me preguntase si me alegro de que lo hayan eliminado le respondería que sí, y no es que tenga nada contra su persona, que a mí no me ha hecho nada y tan a gusto me tomaría un café en su compañía. Y mantengo que María tenía bigote.


Santiago Díaz Bravo
El Día

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