martes, 15 de enero de 2008

POLÍTICOS Y FAMOSAS


¿Qué nos queda por ver? ¿Un romance entre José Luis Rodríguez Zapatero y Anne Igartiburu? ¿Unas fotos comprometedoras de Mariano Rajoy con Elsa Pataky? ¿Paulino Rivero e Idaira cogidos de la mano a la salida de un hotel? Nicolás Sarkozy, a la sazón presidente de la República de Francia, ha buscado un hueco en su apretada agenda de estadista para enamorarse y hacernos partícipes a todos de tan bello sentimiento. Su relación con la ex modelo y cantautora Carla Bruni, además de encorajinar a Cecilia, su todavía esposa, nos ha llenado a todos de insana envidia y ha abierto la veda del ligoteo entre poderosos hombres de estado y bellas famosas, probablemente obnubiladas por tamaño despliegue de poderío. El primero en apuntarse a esta novedosa tendencia, que como todas las grandes modas encuentra su origen en París, ha sido nada más y nada menos que el mandamás de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, quien según la prensa de su país bebe los vientos por la archiconocida modelo Naomi Campbell, que corresponde sin ambages a tan bolivarianas muestras de afecto. Ambos prebostes nos muestran con transparencia la faceta humana de quienes son considerados por el común de los mortales poco más que meros androides burocráticos que pasan el día entre reuniones, firmas de documentos y saludos a diestra y siniestra, sin tiempo siquiera para darle una alegría a tan estresados cuerpos. Ahora sabemos que Sarkozy, en su lujoso palacio presidencial junto a la parisina avenida de los Campos Elíseos, lo mismo recibe a un mandatario extranjero que se adentra por los largos pasillos del edificio para entregarse a los brazos de su amada Carla, que hasta se ha hecho habilitar una habitación para componer y ensayar sus maravillosas composiciones musicales. Y qué me dicen de Chávez, que de la noche a la mañana se nos ha convertido en un líder mitad revolucionario, mitad pipiolo, porque el amor, como el fútbol, es así. Les separa un abismo ideológico, pero Nicolás, o Nico, como seguramente lo llamará Carla, y Hugo, o Huguito, tal debe ser el nombre por el que lo invoque Naomi, comparten las heridas provocadas por esas melosas flechas que lanza periódicamente al aire el incombustible Cupido. El francés ha optado por dejar a un lado cualquier atisbo de timidez, enfrentarse al qué dirán y mostrar abiertamente la identidad de su compañera de alcoba. Otros lo hicieron antes, pero de extranjis, tratando de evitar, sin lograrlo, que saliesen a la luz pública flagrantes infidelidades matrimoniales, tales fueron los casos de Bill Clinton, François Miterrand, Alán García, Fidel Castro o John Profumo, el ministro británico que mantuvo una relación en la década de los 60 con la amante de un espía soviético. La loable decisión de Sarkozy seguramente suponga un antes y un después en la aceptación del carácter humano de los grandes dignatarios, a quienes, cómo no, también cabe aplicar ese manido y sabio dicho popular de que tiran más dos tetas que dos carretas.


Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias

1 comentario: