viernes, 21 de diciembre de 2007

POLÍTICOS "BILARDISTAS"


EN LOS CÍRCULOS futbolísticos se ha implantado la costumbre de diferenciar a los entrenadores entre “menottistas” y “bilardistas”. Los primeros, que encuentran su inspiración en el ex seleccionador nacional de Argentina César Luis Menotti, se decantan por el toque de balón, el pase corto, la apertura de espacios, el buen juego como paso previo al gol. Los segundos, seguidores de los planteamientos del también ex seleccionador argentino Carlos Salvador Bilardo, defienden el triunfo por el triunfo de la forma que sea, sin miramientos, sin concesiones al juego bonito ni demás zarandajas, incluso echando mano de prácticas maquiavélicas que se sitúan en la frontera de la ética deportiva. Los “menottistas” han ganado tantos campeonatos como los “bilardistas”, de manera que no se les puede reprochar ni a los unos ni a los otros que sus métodos carezcan de efectividad. Existe, no obstante, una sensible diferencia: quienes aplican tácticas que favorecen el fútbol vistoso, donde el esférico recibe el trato de una preciada joya y las grandes estrellas cuentan con el protagonismo que les corresponde, suelen ganar muchos más adeptos entre el público que aquellos que se limitan a destruir las jugadas del adversario para beneficiarse de sus errores, sin preocuparse lo más mínimo por el aprovechamiento de las virtudes propias. Esta clasificación, porque el fútbol, ya lo hemos comentado en otras ocasiones, es la perfecta metáfora de la vida, cabe aplicarla al mundo de la política y con ello tratar de discernir cómo es posible que el 53 por ciento de los canarios “pase” totalmente de los debates y decisiones vinculadas a la gestión de los asuntos de interés general, tal es el resultado de la encuesta presentada el miércoles por el Consejo Económico y Social, un clarificador informe en el que, entre otros contundentes descubrimientos, se refleja el escaso apego de la ciudadanía tanto hacia el Ejecutivo regional como hacia la principal fuerza de la oposición. La explicación, ateniéndonos a la más estricta teoría balompédica argentina, no puede ser otra que el aplastante predominio de los políticos “bilardistas”, es decir, de los acérrimos defensores del logro de votos a costa de lo que sea, sin preocuparse, siquiera por cortesía, de realzar la actividad pública con discursos basados en la creatividad, el razonamiento y las buenas maneras. La única regla es destruir el juego del adversario y salir al contraataque, fulminarlo a las primeras de cambio para que no le quede otro remedio que olvidarse del “jogo bonito” (permítaseme esta obliga referencia a Brasil cuando de fútbol se habla) y responder con el mismo burdo modo de entender el deporte, incluida la aplicación de un violento correctivo cuando la ocasión lo requiera y siempre que el árbitro se encuentre entretenido mirando hacia otra parte. Los políticos “menottistas”, mientras, se agazapan en tercera, cuarta o quinta fila a la espera de que haya algún lesionado, de que el “míster” les conceda la ansiada oportunidad de debutar ante el respetable, pero esas ocasiones, cuando llegan, lo hacen a cuentagotas, y lo mismo en este archipiélago que en el resto del país, porque en política, a la vista está, el “bilardismo” es la moda.


Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias

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