miércoles, 4 de agosto de 2010

LA HISTORIA OCULTA DE LA ESTUPIDEZ HUMANA




Los libros de historia están plagados de admirables nombres, de personajes execrables, de crueles y sanguinarias batallas, de decisivas reuniones que contaron con la presencia de notables dignatarios, de frases taxativas, de rimbombantes muestras de valentía y orgullo. Es la historia con mayúsculas, la que explica los porqués de la humanidad, las grandezas y miserias de pueblos y naciones a lo largo de los siglos. Pero esos millones de páginas, las más de las veces escritas bien por los vencedores, bien por literatos ajenos a los hechos, cuando no alejados por el tiempo y la distancia del escenario donde se produjeron, olvidan en incontables ocasiones que los protagonistas del devenir del planeta son hombre y mujeres, seres irremediablemente ligados a sus circunstancias y a su propia naturaleza.
Que muchas de las guerras tuvieron su origen en sesudas estrategias de Estado, en planes preconcebidos para engrandecer a una determinada etnia, a una nación concreta, en la necesidad de pararle los pies a un incansable conquistador, queda fuera de toda duda. Los cronistas e historiadores aportan prolijos datos acerca de ello. Pero jamás debemos obviar que tamañas decisiones han sido adoptadas por hombres y mujeres, y por ello, lejos de poder considerarlas huérfanas de cualquier contaminación afectiva, debemos presumir que se hallan vinculadas a las virtudes y miserias del espíritu humano. ¿Cuántos conflictos bélicos se habrán declarado a lo largo de la historia porque el tirano de turno sufrió la noche anterior un insoportable dolor de muelas? ¿Cuántos tras una airada discusión entre el rey y la reina, o entre el rey y la amante, o entre el rey A y su homólogo B después de una partida de cartas y un incontrolable mal perder? ¿Cuántos de los momentos estelares de la humanidad (Stefan Zweig dixit) encuentran su génesis en inconfesables episodios de índole doméstico, cuando no en soberanas tonterías, dicho ello con todo el doble sentido?
Ayer, televisión de por medio (ver vídeo arriba), fuimos testigos de uno de esos absurdos episodios, de uno de tantos incidentes que reflejan la extrema ingenuidad, imbecilidad e imprudencia del ser humano. La retirada de un árbol caído en la franja que separa a Israel de Líbano por parte de unos soldados hebreos, para más inri bajo la supervisión de las tropas de la ONU, desembocó en un tiroteo que acabó con la vida de cinco personas, provocó el lanzamiento de proyectiles entre ambos países y amenaza con desestabilizar nuevamente la zona. La historia también la escriben los pequeños sucesos, y hasta las ridiculeces. Otra cosa es que los libros de historia sean demasiado serios, demasiado pomposos, tendentes en exceso a sobrevalorar el sentido común del ser humano.


Santiago Díaz Bravo




Uno de los soldados heridos en el estúpido incidente acaecido ayer en la frontera entre Israel y Líbano

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