sábado, 7 de junio de 2003

¿EN QUÉ PIENSAS?


EN SU JUVENTUD, Charles Bukowski, uno de los escritores estadounidenses más encantadoramente subversivos del siglo pasado, se declaró, sin serlo, simpatizante de los nazis. Lo hizo en una asamblea estudiantil celebrada en mitad de la Segunda Guerra Mundial. Miles de compatriotas habían perecido bajo las bombas del ejército germano, otros tantos estaban por caer y el bueno de Henry Chinaski (su alter ego literario) se confesaba admirador de Adolfo Hitler, la reencarnación del diablo. Décadas después, cuando la vida le había puesto plazo, una periodista italiana se atrevió a preguntarle por ese renombrado episodio de su biografía. Él, de forma lacónica, le respondió que aquella proclamada simpatía nacionalsocialista se explicaba, sencillamente, por su afán de llevar la contraria. No le importó quedar marcado, que le señalaran en las aulas y le despreciaran en público y en privado. Prefirió sentirse diferente, enfrentarse a la gleba al tiempo que enorgullecerse de sí mismo, que desde lejos apuntasen con un dedo hacia su desgarbada figura y sentenciasen: "Ese maldito adora a Hitler y se alegra de que mueran nuestros soldados", pero, sobre todo, que comentaran: "Ese desgraciado piensa distinto". Si la parca no lo hubiese reclamado, si Charles (o Henry) viviese aún, tomaría prestada una botella de escocés de nuestro mueble-bar, se prepararía un vaso "on the rocks" y se sentaría detrás de nuestro televisor mirándonos de frente. Cuando llevase una decena de sorbos y un sinfín de pitillos nos regalaría la más difícil de las preguntas: "¿En qué piensas?"


Santiago Díaz Bravo

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