sábado, 16 de octubre de 2010

CUANDO ANSON CONFIRMÓ UN SECRETO A VOCES

El 14 de octubre de 2008, el ex director de ABC, fundador de La Razón, presidente de El Cultural y ocupante de la silla ‘ñ’ de la Real Academia Española de la Lengua, Luis María Anson, confirmaba en un artículo publicado en el diario El Mundo un secreto a voces: el Premio Planeta de novela, con todas las matizaciones que se quieran realizar, es una completa farsa. Los medios de comunicación, sin embargo, lejos de cumplir su deber de revelar la verdad, se prestan desde hace años al juego que ensalza a este galardón como el más célebre del mundo a un libro inédito en lengua española.
Pero a pesar de tan arraigado entreguismo a la ceremonia de la confusión en la que se ha convertido el Premio Planeta, las tornas comienzan a cambiar. Los diarios, convencionales y digitales, las radios y las televisiones ya no lo denominan “el más prestigioso”, ni siquiera “el más importante”, sencillamente se refieren a él como “el más cuantioso”, y en eso, desde luego, no mienten.
Otro evidente signo de que este evento literario empieza a dejar de ser lo que era, víctima de sus propias contradicciones, lo hallamos en las primeras páginas de la prensa, porque hoy, 16 de octubre de 2010, el día posterior a la concesión del premio a la novela “Riña de gatos”, del escritor Eduardo Mendoza, advertimos que nada menos que tres diarios de ámbito nacional ignoran tal hecho en sus portadas, mientras que el resto le dedica un alarde tipográfico claramente modesto. La única excepción, como no podía ser de otra forma, es La Razón, propiedad del Grupo Planeta.
A pesar de todo, tal farsa no desmerece las obras laureadas, muchas de ellas extraordinarias, como seguramente lo sea la reconocida en la cena de anoche, porque si bien en el resultado de la deliberación del jurado influyen de forma determinante los directivos de la editorial, estos se cuidan mucho de que la novela que se alce con el reconocimiento sea, las más de las veces, de aceptable, buena o excelente calidad, al igual que las restantes nueve finalistas. Basta con echar un vistazo al currículum del premio para cerciorarnos de ello. Y es que el pecado no estriba en un engaño literario, porque tal engaño, a ciencia cierta, no existe, sino en el camuflaje de una mastodóntica estrategia de promoción y ventas detrás de un concurso que no lo es.
Con todo, el verdadero problema es el obstáculo que el Premio Planeta y otros conocidos galardones representan para la renovación de la literatura española. El hecho de que los más destacados concursos estén convocados por las propias editoriales, y, sobre todo, se destinen a obras no publicadas, impide el surgimiento de nuevos valores literarios. Se trata de un asunto tan importante que bien merece una próxima reflexión en la que indaguemos a fondo en dicho fenómeno.
Ahora les dejo con Luis María Anson y su polémico artículo.
LA FARSA DEL PREMIO PLANETA
En la cena mañana del Planeta, y salvo circunstancias imprevisibles, estará en una de las mesas el vencedor o la vencedora del premio. El afortunado o la afortunada sabe que va a ganar, la mayoría del Jurado también. Pero las votaciones y las eliminaciones se irán produciendo por el sistema Goncourt durante toda la cena. La ceremonia de la confusión se oficiará con el mayor cinismo. La gran farsa se representará una vez más con la aceptación sumisa de los que la conocen. El premio está concedido de antemano. Cuando Juan Marsé se dio cuenta del juego al que se estaba prestando dimitió del Jurado. Marsé escribe hoy por hoy el mejor castellano de nuestra literatura y yo lo he propuesto varias veces para el Premio Príncipe de Asturias. También para el Cervantes.
El fundador de Editorial Planeta, José Manuel Lara, me escribió en 1996 una carta que conservo proponiéndome que aceptara presidir el Jurado del premio Lara que había fundado en homenaje a su hijo, Fernando Lara, muerto en triste accidente de tráfico. Fernando estaba llamado a suceder a su padre en el control del imperio Planeta. La responsabilidad recayó por el azar del accidente en su otro hijo José Manuel y, aunque son muchas las críticas que se vierten sobre él, yo no las comparto. El actual Lara es un empresario sagaz, que conoce como nadie las interioridades de las empresas y que ve a corto, a medio y a largo plazo. Por eso el éxito le acompañará casi siempre en sus aventuras empresariales.
Conocía yo la farsa del premio Planeta. Sin embargo acepté presidir el premio Lara porque me parecía y me sigue pareciendo conveniente que existan premios literarios de envergadura, lo cual es positivo para la república de las letras, aunque la elección del ganador sea una farsa.
Cuando un editor se juega docenas de millones de pesetas con una novela quiere que ésta, antes que nada, sea comercial. Así es que expertos de los comités de lectura leen las obras presentadas para elegir entre ellas a la media docena que se pasan al Jurado, con el denominador común de su futuro éxito de venta. No sólo eso. La mayoría de los miembros del Jurado reciben una indicación de la novela preferida por la editorial.
Como muchas veces lo que se presenta al premio es bazofia impublicable, la editorial desde hace bastantes años elige a un novelista de renombre y le propone escribir una novela para presentarse al Planeta. Es el tapado. Con él la editorial está segura del éxito comercial y de recuperar con creces los más de cien millones de pesetas que acompañan al premio.
Yo conocía bien en qué telares se iba a tejer el premio Lara, igual que el premio Planeta, pero estaba de acuerdo en sumarme a una farsa que, en definitiva, favorece al mundo de las Letras. Me retiré de la presidencia del Jurado cuando la compra del diario “Avui” por parte del hijo del fundador de la editorial, lo que me causó un grave problema de coherencia ideológica. Presidía yo el Consejo Editorial del Grupo y me desayunaba, día tras día, con un diario serio y excelente como “Avui” que, en el ejercicio de su libertad de expresión, proponía la independencia de Cataluña; y otro, “La Razón”, por mí fundado, que defendía la unidad de España. Así es que en su día escribí una carta al hijo del fundador de Planeta dimitiendo de todos los cargos que tenía en el Grupo, que eran muchos, entre ellos la presidencia de “La Razón” y la del Premio Lara de novela.
Mañana, en fin, se interpretará un año más la gran farsa del premio Planeta, con beneficio, insisto, a pesar de todo, para la literatura española. El escritor tapado estará, si algo no lo impide, entre el público y el Jurado sabrá antes de empezar las votaciones quién va a ganar.
Luis María Anson
El Mundo. 14 de octubre de 2008

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