lunes, 18 de octubre de 2010

UN EJERCICIO DE REFLEXIÓN

El Premio Planeta no deja de estar de actualidad, ahora debido a la decisión de una jueza de Barcelona de llevar a juicio el presunto plagio de la novela Carmen, Carmela, Carmiña, de la escritora gallega María del Carmen Formoso, por parte de un paisano suyo, nada menos que el Premio Nobel Camilo José Cela, uno de los más grandes autores españoles del siglo XX. La magistrada considera que existen indicios racionales de que se cometió un delito contra la propiedad intelectual en la elaboración de la obra La Cruz de San Andrés, con la que Cela obtuvo el galardón en 1994, así como otro de supuesta estafa o apropiación indebida por parte de la editorial Planeta, que habría entregado al ganador el original de la primera de las novelas, que también optaba al premio, con el fin de que la ‘retocase’ y la presentara.
A la espera de que la Justicia cumpla con su trabajo y nos permita acabar con la procelosa duda que nos invade desde hace una década, cuando la señora Formoso advirtió las similitudes entre ambas obras, me limito a proponerle un ejercicio de sana reflexión: si usted, como fue el caso del gran Camilo José Cela, hubiese obtenido el Premio Nobel de literatura en 1989, es decir, contase en su currículum con la madre de todos los premios, con el reconocimiento que lo convierte en un escritor ‘fuera de concurso’, ¿se jugaría cinco años más tarde su universal prestigio compitiendo en un certamen literario al que se presentan centenares de primerizos y en el que, vaya usted a saber, corre el riesgo de quedar del segundo puesto hacia atrás? Yo, desde luego, si no estuviese del todo seguro de la victoria, ni me lo plantearía, pero usted, sólo faltaría, es muy libre de pensar y hacer lo que le venga en gana.
Santiago Díaz Bravo

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