sábado, 7 de enero de 2012

UN TRAMPOLÍN EN LA CAPITAL DEL REINO


UNA de las peculiaridades del carácter isleño es la permanente dicotomía entre el chauvinismo extremo y la necesidad de refrendo exterior. En un pispás pasamos de disfrutar del mejor clima, de los paisajes más bellos, de vinos fastuosos, de Carnavales inigualables, de una localización geoestratégica privilegiada, a envidiar los frescos veranos nórdicos, los verdes prados centroeuropeos, los sofisticados caldos riojanos y las carnestolendas de Notting Hill. En los segundos supuestos nos asalta la sensación de que a la hora del reparto nos tocó en suerte un emplazamiento ubicado bajo el coxis del planeta, desazón que sólo superamos cuando el foráneo nos regala unas siempre ansiadas alabanzas. Y es que los canarios tendemos a valorarnos en la medida que nos valoran.
Esa forma de ser, que compartimos con insulares de otras latitudes, se reproduce en el ámbito político, donde el reconocimiento allende el océano se ha tornado en una garantía de éxito. Jerónimo Saavedra, Lorenzo Olarte, Adán Martín, Paulino Rivero, Juan Fernando López Aguilar, adquirieron la mayoría de edad política en las islas después de haber desempeñado destacadas responsabilidades en la capital del Reino, bien en el Congreso de los Diputados, bien en el Gobierno de la nación. Y a ellos se suma ahora, como un torbellino si nos atenemos al apoyo logrado en las urnas y a su creciente protagonismo en el ámbito estatal, José Manuel Soria, investido con una de las varas de mando del Ejecutivo que, crisis de por medio, más expectativas ha despertado tras la restauración de la democracia.
Será el flamante ministro de Industria quien decida si su futuro político se halla a la sombra de la Puerta de Alcalá o en un Binter entre Los Rodeos y Gando, pero lo que parece evidente es que su designación le ha insuflado mayor fuerza si cabe dentro del panorama electoral canario, como ya ocurrió anteriormente con el ex ministro socialista López Aguilar o con el ex portavoz nacionalista en el Congreso Paulino Rivero, a la sazón presidente de la comisión parlamentaria que trató de dilucidar la verdad sobre los atentados de Madrid.
Soria no es ajeno a que los mullidos sillones de la Carrera de San Jerónimo, sean granates o azules, robustecen los liderazgos en Canarias, circunstancia de la que también es perfectamente consciente la nacionalista Ana Oramas, pero que, para su desgracia, parece haber pasado por alto José Miguel Pérez, el actual líder de los socialistas en el archipiélago, tan centrado en las islas que, llegado el momento, corre el riesgo de cosechar un cruento ninguneo por parte de los electores.
Santiago Díaz Bravo
ABC

No hay comentarios:

Publicar un comentario