sábado, 15 de enero de 2011

ALEMANES Y PORTUGUESAS

LOS VASCOS son belicosos, los catalanes avaros, los gallegos desconfiados, los madrileños chulos, los andaluces vagos y los canarios aplatanados. Los alemanes trabajan más y mejor que nadie, los británicos son excéntricos, los italianos fiesteros, los franceses chauvinistas, los estadounidenses incultos y las portuguesas lucen un indisimulable bigote. Los tópicos nos han acompañado desde siempre a modo de hermanos mayores, acaso tratando de allanarnos el camino para que comprendamos las virtudes y miserias del mundo que nos ha tocado vivir. Pero también desde tiempos inmemoriales un ejército de seres humanos nos esforzamos en desmontar tales tópicos, en autoconvencernos primero, en predicarlo después, de que nada es como de antemano parece ser, de que los prejuicios resultan harto injustos cuando se aplican a colectivos tan amplios como heterogéneos. Los viajes, la lectura, la experiencia y el conocimiento en definitiva, se han convertido en nuestros principales aliados. Lástima que las estadísticas económicas nos hayan hecho dudar estos últimos días.
Qué indescriptible satisfacción embarga al homicida de tópicos cuando se topa con decenas de donostiarras afables, con cientos de barceloneses desprendidos, con un sinfín de coruñeses crédulos, con una congregación de madrileños humildes, con un batallón de sevillanos incansables, con un extenso grupo de canarios dinámicos. Y qué alegría al comprobar que las islas británicas acogen a personas al uso, que los italianos también lloran, que los franceses a veces se fijan en los demás, que los estadounidenses se defienden perfectamente a la hora de hacer la o con un canuto y que lisboetas guapas y sin bigote, haberlas, haylas. Pero, ¿y los alemanes? ¿Qué me dicen de los alemanes?
Los índices económicos europeos se desmoronan, el desempleo sube como la espuma, el pesimismo se adueña del universo y ellos, los de siempre si nos atenemos al tópico, aquellos que se recuperaron de dos cruentas guerras y que, según parece, liquidaron a la crisis antes de que la crisis los liquidara a ellos, tienen la desfachatez de alcanzar el mayor índice de ocupación laboral de su historia y de registrar el mayor incremento del PIB desde 1991, nada menos que un 3,6 por ciento. Carajo, ¿no se podían haber esperado?
Mal que nos pese a los detractores de los clichés, los germanos vuelven a dar muestra de ser un pueblo tan previsible como admirable, y si no más, las cifras reflejan que, cuando menos, trabajan mejor. Los tópicos han vuelto a imponerse, y yo lo siento, sobre todo, por las portuguesas.

1 comentario:

  1. Cada día escribes mejor, amigo Santiago. Un fuerte abrazo

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