sábado, 8 de octubre de 2011

ÁFRICA DICE ADIÓS

LA Unión Europea, tan dada a evidenciar su flagrante desunión, esa preocupante incapacidad para funcionar como un todo, al menos parecía haberse convencido años atrás de que cualquier posibilidad de desarrollo de los vecinos del sur pasaba por potenciar las economías nacionales a través del libre mercado. Pero ese convencimiento, del que afortunadamente participan los dirigentes de los principales Estados africanos, ha resultado imposible plasmarlo en acuerdos concretos, en convenios comerciales que sean capaces de materializar lo que de momento, debido a la inquietante rigidez de los planteamientos europeos, no ha pasado de ser una simple declaración de intenciones. La máquina burocrática de la Unión, tan indecisa y tan exasperantemente lenta como de costumbre, se ha limitado a propiciar pintorescas fotografías de esperanzadoras reuniones entre los antiguos colonizadores y los antaño colonizados, una suerte de reconciliación histórica que corre el riesgo de quedarse en una mera imagen para el álbum de recuerdos.
Mientras Barroso, Sarkozy, Merkel, Zapatero y compañía posan sonrientes junto a Mugabe, Wade, Jonathan o Sassou-Nguesso, un ejército de cargos de segunda y tercera fila de los Estados Unidos y, sobre todo, de China, aquellos que ejecutan las decisiones políticas, se esmera en cerrar acuerdos mercantiles de todo tipo con sus homólogos africanos. El propio Abdulaye Wade, presidente de Senegal, subrayaba hace unos años, sin tapujos diplomáticos, que Europa había perdido ante China la batalla por África. Fue enormemente magnánimo el bueno de Wade, porque lo cierto es que la UE ni siquiera se ha dignado aún a entrar en dicha batalla.
Las antiguas metrópolis se han limitado a presenciar mitad asombradas, mitad impotentes, como chinos y estadounidenses se hacen fuertes en un territorio que los europeos de alguna manera continúan considerando propio, sin entender que los tiempos cambian, el mundo se globaliza y los beneficios son para quienes los buscan, negocian y suscriben.
Europa ha tenido ante sí la posibilidad de ayudar a África y de ayudarse a sí misma desde la caída del bloque del Este y la consiguiente finalización de los conflictos bélicos vinculados a la Guerra Fría. Sin embargo, los sucesivos líderes de las potencias del vetusto continente no han sido lo suficientemente diligentes para advertir que buena parte del futuro económico de Europa en general, de Canarias en particular, pasa por el desarrollo de África. Si un urgente cambio de actitud no lo remedia, puede que este arroz ya se haya pasado y nos esperen décadas de lamentos por lo que pudo haber sido pero nunca fue.

Santiago Díaz Bravo
ABC

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