viernes, 22 de febrero de 2008

TÚNEL SÍ, POR SUPUESTO


LA ENVIDIA SE HA ASENTADO en este mundo cruel e inhóspito para hacerse dueña y señora de las actitudes de los seres humanos. Cómo, si no, podríamos entender que uno, dos, varios desalmados, criaturas sin corazón a las que más les valdría no haber nacido, que desde aquí maldecimos por los siglos de los siglos y a las que ojalá les siente mal la comida y se lo hagan en los pantalones, osen criticar la legítima decisión del Parlamento de Canarias de construir un pasadizo bajo tierra para unir la actual sede de la Cámara con un edificio situado a nada más y nada menos que ¡cuatro metros! de distancia. ¿Quieren que les diga lo que pienso de dichos individuos? ¿De verdad? Pues prepárense: son unos sinvergüenzas. ¿Más claro? Sin-ver-güen-zas. ¿Más alto? SIN-VER-GÜEN-ZAS. ¿Dónde tienen la cabeza? ¿Es que se creen el centro del mundo? ¿Acaso no tienen familia ni nadie que les espere en casa? A tal extremo llega su ira, a tal punto su descomunal oposición al bienestar del prójimo, que de sobra están dispuestos a exponer a sus señorías a toda suerte de peligros por ese incomprensible empeño en que se trasladen de un inmueble a otro a la intemperie. En su irracional ensimismamiento, o al menos eso nos gustaría creer, porque aunque nos cueste admitirlo seguro que en sus entrañas albergan algún sentimiento de bien, probablemente no hayan evaluado los enormes riesgos que supone atravesar una vía peatonal de tamaña anchura, enfrentarse a horrores tales como un resfriado, una resbaladiza cáscara de plátano, un rayo rezagado, un ciclista suicida, un Boeing 747 en caída libre, Pepe Benavente ofreciendo amor o una sueca beoda pidiendo guerra. Qué importa que cueste más o menos. Sus señorías se lo merecen todo porque para eso son sus señorías mientras que usted y yo somos las nuestras propias, algo que ni es bueno ni malo, sino todo lo contrario, aunque a veces, eso sí, sea un poco costoso. Pero qué mas da, porque cualquier cantidad estará bien empleada para que ellos, nuestros dignos representantes, se sientan cómodos y solazados. Que hace unos años padecían estrecheces y se encontraban hacinados, pues se expropian los inmuebles anejos y punto, y si resulta que hay informes desfavorables se mira hacia otro lado y ya está, coño, que no vamos a andarnos con estúpidos miramientos cuando de los excelsos, ilustres y dignísimos legisladores se trata. Que ahora consideran una cuestión de estado, o al menos de nacionalidad, evitar las contingencias de una ciudad tan extremadamente violenta como Santa Cruz a la hora de recorrer los cuatro metros que les separan del nuevo edificio, pues se les construye un túnel, por amor de Dios, que luego, si les pasa algo, el remordimiento nos corroerá el alma y el espectro de Castro Cordobez se nos aparecerá noche tras noche a los pies de la cama portando sobre la cabeza la maceta que acabó con su larga vida de servidor público, y sólo de pensarlo se nos abren las carnes. Marchando un túnel, por favor.

Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias

No hay comentarios:

Publicar un comentario