martes, 11 de diciembre de 2007

ÁFRICA NOS DICE ADIÓS

Que la cumbre euroafricana celebrada el pasado fin de semana en Portugal haya sido un éxito no depende de lo que diga el primer ministro del país anfitrión, José Sócrates, quien ha calificado de “hecho histórico” una reunión donde los logros cabe calificarlos de exiguos y hasta de ridículos, sino de lo que ocurra en los próximos meses tomando como referencia el sin duda positivo acercamiento entre los líderes políticos de ambos continentes. La Unión Europea, que ha evidenciado una vez más su flagrante desunión, esa preocupante incapacidad para funcionar como un todo que se agrava con cada nueva suma de socios, al menos parece haberse convencido de que cualquier posibilidad de desarrollo de los vecinos del sur pasa por la potenciación de las economías nacionales a través del libre mercado. Pero ese convencimiento, del que afortunadamente participan los dirigentes de las principales naciones africanas, ha resultado imposible plasmarlo en acuerdos concretos, en convenios comerciales que sean capaces de materializar lo que de momento, debido a la inquietante rigidez de los planteamientos europeos, no ha pasado de ser una simple declaración de intenciones. La máquina burocrática de la Unión, tan indecisa y tan exasperantemente lenta como de costumbre, se ha limitado a propiciar la pintoresca fotografía de una esperanzadora reunión entre los antiguos colonizadores y los antaño colonizados, una suerte de reconciliación histórica que corre el riesgo de quedarse una mera imagen para el álbum de recuerdos. Mientras Barroso, Sócrates, Zarkozy, Merkel, Zapatero y compañía, con la significativa ausencia del británico Gordon Brown, posan sonrientes junto a Mbeki, Mugabe o Wade, un ejército de cargos de segunda y tercera fila de los Estados Unidos y, sobre todo, de China, aquellos que ejecutan las decisiones políticas, se esmera en cerrar acuerdos mercantiles de todo tipo con sus homólogos africanos. El propio Abdulaye Wade, presidente de Senegal, subrayaba el domingo sin tapujos diplomáticos que Europa ha perdido ante China la batalla por África. Fue enormemente magnánimo el bueno de Wade, porque lo cierto es que la Unión Europea ni siquiera se ha dignado aún a entrar en la batalla. Las antiguas metrópolis se han limitado a presenciar mitad asombradas, mitad impotentes, como chinos y estadounidenses se hacen fuertes en un territorio que los europeos de alguna manera continúan considerando propio, sin entender que los tiempos cambian, el mundo se globaliza y los beneficios son para quienes los buscan, negocian y suscriben. Europa ha tenido ante sí la posibilidad de ayudar a África y de ayudarse a sí misma desde la caída del bloque del Este y la consiguiente finalización de los conflictos bélicos vinculados a la Guerra Fría. Sin embargo, los sucesivos líderes de las potencias del vetusto continente no han sido lo suficientemente diligentes para advertir que buena parte del futuro económico de Europa pasa por el desarrollo de África. Si un urgente cambio de actitud no lo remedia, puede que este arroz ya se haya pasado y nos esperen décadas de lamentos por lo que pudo haber sido pero nunca fue.

Santiago Díaz Bravo

La Gaceta de Canarias

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