lunes, 17 de diciembre de 2007

LOS ESPAÑOLES OLVIDADOS (I)

EL ABANDONO del Sáhara con el rabo entre las piernas y a la voz de tonto el último de un ejército que se enorgullecía de su grandeza no sólo permitió evidenciar la enorme debilidad del entonces agonizante régimen del general Franco, cuya salud se agravaba al tiempo que lo hacía su infantil política exterior, sino que supuso un atentado tal contra el derecho internacional, contra el proceso de descolonización que mejor o peor ya habían ejecutado los restantes países europeos, que sus consecuencias, tres décadas más tarde, continúan siendo imprevisibles. El gobierno de España de sobra sabía que tras marcharse de aquellos territorios las tropas marroquíes iban a entrar a sangre y fuego, y a sangre y fuego entraron aprovechando a un tiempo la cobardía y la irresponsabilidad de unos gobernantes que dejaron literalmente en la estacada a cientos de miles de personas a las que se debían legal y moralmente, a ciudadanos españoles, porque cabe aclarar que eso es lo que eran, que se encontraron de la noche a la mañana abandonados a su suerte frente a una invasión de la que se derivaron todo tipo de cruentas tropelías. Transcurridos 32 años desde aquel vergonzante episodio de nuestra historia, España continúa sin asumir plenamente sus responsabilidades, sin reconocer que rompió de motu proprio un proceso de descolonización que se halla más enquistado cada día que pasa y que, si nadie lo remedia, se dirige una vez más hacia un interminable y sangriento enfrentamiento armado, tal y como se deduce de la entrevista publicada el pasado sábado por La Gaceta de Canarias con Hamdi Mansour, uno de los representantes del Frente Polisario en el archipiélago. El ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero se ha decantado claramente por la autonomía que propone Marruecos para el antiguo Sáhara español, yendo más allá de lo que lo haya hecho cualquiera de sus antecesores en la democracia e incluso ninguneando la declaración de Naciones Unidas para la resolución del conflicto a través de un referéndum. Una vez más, el compromiso histórico con el pueblo saharahui ha quedado ensombrecido por la ingente necesidad de evitar cualquier desliz en las relaciones diplomáticas con Rabat, porque aunque la solución autonómica probablemente sea la más rápida y, si no justa, desde luego la más factible, el presidente del Gobierno de España ha olvidado alegremente que representa a una nación que arrastra una lacerante deuda con cientos de miles de saharauis. No se trata de buscar el enfrentamiento con Marruecos, un estado vecino que camina por la senda del progreso y la democracia, sin duda el mejor ejemplo para los restantes países del norte de África y que debe recibir todo el apoyo de Europa, sino de hacer compatible la simpatía por la administración alauita con algo tan sencillo como la defensa del derecho internacional, en este caso los acuerdos de Houston y las resoluciones de Naciones Unidas. Mientras España no asuma el debido papel en este conflicto, los españoles, entre ellos especialmente los canarios por la estrecha relación que nos une con los saharauis, seguiremos condenados a vivir con la vergüenza de nuestra propia irresponsabilidad.

Santiago Díaz Bravo
La Gaceta de Canarias

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