martes, 20 de julio de 2010

EL MIEDO

"De lo que tengo miedo es de tu miedo"
William Shakespeare


El miedo nos acompaña a todas horas como un verdugo con la guadaña en alto. Eterno compañero de viaje al tiempo que feroz enemigo, guía nuestros pasos aunque una falsa sensación de libertad nos impida percatarnos de su presencia. El miedo dicta nuestros actos cual caprichoso tirano, gobierna los pueblos y rige los destinos del mundo. El Libro del Génesis lo considera una consecuencia del pecado original; la biología moderna un necesario mecanismo de adaptación al entorno. Pero nadie osa restarle galones, porque sin él nada sería igual.

Tenemos miedo al paso del tiempo, a la oscuridad, a la soledad, a la compañía, a la muerte, al amor, al desamor, a lo desconocido, al individuo que nos observa desde detrás de una ventana. El miedo ha llevado al hombre a buscar cobijo bajo la fuerza común de la colectividad, pero la colectividad no puede sustraerse a su carácter humano y sufre sus propios miedos, el primero de ellos el que le provocan otras colectividades. En nombre del miedo se han fundado los estados y se han declarado todas las guerras que la historia ha conocido.

El miedo forma parte de la herencia que nos dejaron nuestros padres y que nosotros legaremos a nuestros hijos. Aunque siempre protagonista, su mayor o menor preponderancia marca el carácter de una sociedad, en ocasiones hasta el extremo de conformar una realidad ficticia capaz de aislarla del resto de las sociedades. El principal ejemplo de este fenómeno tan humano, tan inhumano a la vez, lo hallamos hoy en día en Oriente Medio. El principal enemigo de israelíes y palestinos, de palestinos e israelíes, unos pueblos condenados a entenderse a pesar de todo, acaso no sea el vecino, sino sus propios miedos, máxime cuando éstos afloran hasta el paroxismo entre sus adolescentes. Evidentemente, porque alguien se encarga de que afloren. Pesimista augurio para un futuro de necesario diálogo y entendimiento.

El siguiente documental, sorprendente e impactante, muestra el día a día de un grupo de estudiantes israelíes durante un viaje cultural a Polonia tras ser aleccionados por sus profesores acerca de los riesgos de dicha experiencia y, sobre todo, del supuesto sentimiento de odio que la población europea en general, y la polaca en particular, alberga hacia los judíos. Un miedo enfermizo, que se suma a un evidente complejo persecutorio, ha embargado al grupo, que además de hacerse acompañar de un agente de seguridad, se cuida incluso de cerrar las ventanas del hotel para evitar posibles ataques. La excusa es un supuesto clima antisionista entre la población polaca, que podría desembocar en actos de violencia contra los inocentes jóvenes. Cierto es que los ciudadanos israelíes han sido cruelmente castigados por el terrorismo islámico en diferentes países, lo que hace conveniente guardar ciertas precauciones, pero nos hallamos ante un caso caricaturesco.

No tengo la suerte de conocer Polonia, pero mi amiga Margot, que ha sido quien me ha enviado el enlace a este vídeo desde su bella ciudad de Poznan, me asegura que los miedos de los estudiantes y sus profesores no obedecen a un peligro real, habida cuenta que el aludido sentimiento antisionista es tan minoritario como en el resto de los países europeos.


El documental está subtitulado en inglés y polaco. Sorpréndanse como yo lo he hecho.

Santiago Díaz Bravo



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