lunes, 27 de julio de 2009

AVISO A EXCAVADORES


Una noche nos acostamos bereberes y unos cuantos ronquidos después nos despertamos fenicios, que acaso por aquello de ser un pueblo viajero y volcado en el comercio nos aporta más glamour y nos introduce de lleno en la alta sociedad precristiana. Tantos años mirando hacia el norte del vecino continente africano y ahora resulta que el origen de los primeros pobladores de este archipiélago se halla en el Mediterráneo. Un día de estos alguien va a descubrir que fumar es sano.
Los arqueólogos, biólogos y restantes estudiosos que han hallado en un poblado conejero los utensilios que nos hacen diez siglos más viejos no hacen sino cumplir con su deber: escarbar en el suelo porque bajo él se halla una verdad que, aunque siempre interpretable, será por un tiempo la verdad a la que podrán asirse las instituciones académicas, hasta que llegue algún otro estudioso de las cosas de antaño y nos convierta en descendientes de vaya usted a saber qué milenaria, perdida y lustrosa civilización. Porque bien podemos estar seguros de que seguiremos escarbando, empeñados en continuar la búsqueda de nosotros mismos a pesar de que hace ya tiempo que nos encontramos y de sobra sabemos quienes somos.
Y es que aquí no hay bereberes, fenicios, lusos ni galos de la misma forma que está todo lleno de bereberes, fenicios, lusos, galos y lo que sea, porque Canarias es un homenaje al mestizaje, una tierra de todos los pueblos y de ninguno, una encrucijada entre tres continentes que como no podía ser de otra forma, y por suerte, ha hecho suyo mucho de lo bueno que han traído quienes se han acercado por estos lares. Por ello, si a alguien se le ocurriese dentro de tres mil años excavar estas islas, probablemente creyese haber dado con una suerte de museo de las civilizaciones tan inclasificable como afortunado.

Santiago Díaz Bravo
La Opinión

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