martes, 14 de julio de 2009

POBRES, SÍ; TONTOS, NO

A un político, máxime en el caso del presidente de un Gobierno tan importante como el de España, lo mínimo que se le puede exigir es guardar las formas y que en la medida de lo posible evite tomar por imbéciles a los ciudadanos a los que en teoría dedica sus desvelos. Pero José Luis Rodríguez Zapatero está hecho de otra pasta. Poco parece importarle que haya trascendido de forma tan evidente, de manera tan vergonzosamente descarada, que él manda hasta donde manda, ni un solo centímetro más allá, porque tras ese centímetro que marca la frontera de su poder, en ese espacio donde la soberanía del pueblo español se torna en el camarote de los hermanos Marx, dos partidos de ámbito regional, PSC y ERC, hacen y deshacen a su antojo y han sido quienes de facto han dado el visto bueno al plan de financiación autonómica -si lo llamásemos acuerdo nos crecería la nariz- que deberán aceptar, sí o sí, y si no, también, el resto de los gobiernos de esta España siempre a medio hacer.
Con todo, la descarada transparencia con la que se ha guiado el proceso, sea por convicción, desidia o error, sería incluso susceptible de convertirse en virtud, siempre sazonada con algún que otro argumento acerca de la responsabilidad del gobernante, aunque probablemente tales explicaciones se nos antojarían peregrinas, si el "zapatero" más famosos del orbe tras Gepetto no se empeñase en intentar hacernos creer, en firme comandita con sus adláteres, que se ha empleado la misma vara de medir para todas las comunidades autónomas.
Suárez, González, Aznar, gestionaron con habilidad las veleidades del nacionalismo catalán y llegaron a suscribir su utilidad para el resto de España. Zapatero, infinitamente menos hábil, secuestrado por los intereses de una minoría, se ha convertido en un mero pelele que encima nos ha tomado por tontos.


Santiago Díaz Bravo
La Opinión

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